VIVITO Y COLEANDO:
Esta sección está destinada
a albergar cosas del sentir
y del pensar: mis poesías,
ensayos, apuntes, notas,
trabajos, etc. Y se intenta
renovar periódicamente.
Octubre 2021
Los niños de Alicante/Alacant
Los niños de Alicante son
niños de casa afuera, de
jugar en la playa, de cenar
a la orilla del mar, de
bañarse de noche, de
disfrutar panza al sol.
Niños de sol y de agua. De
viento y de polvareda.
Niños de arena, de palabras
y de pan con aceite.
Los niños de Alicante son
como todos los niños, pero
son "cada uno". Tienen su
aire particular, sus
diferencias, su chispa de
sabor exquisitamente
distinto a cualquier otro
niño.
Unos son bravos, otros son
flojos. Unos son calmos,
otros ligeros. Unos son
habladores, otros callados.
Unos son enfadones, otros
risueños.
Los niños de Alicante
curiosean lo que les pasa
cerca, como hacen los niños
de todo el mundo.
Metiendo los dedos en los
agujeros de la vida.
Metiendo los dientes en la
coca y el sueño.
Metiendo los pies en los
escasos charcos.
Metiendo los ojos en las
palmeras y el horizonte azul
turquesa que tenemos
delante.
Los niños de Alicante saben
salado. De mucha gracia, de
mucho mar, de muchas risas.
Aunque no de mucho pescado
frito, como en los tiempos
en que el bacalao era
barato. Porque ahora
nuestros niños comen pasta,
arroz blanco, fideos,
hamburguesas y salchichas. Y
para que reconozcan las
habichuelas y los garbanzos,
hay que presentárselos
expresamente a base de bombo
y platillo.
Los niños de Alicante juegan
a cosas muy diferentes a las
que mis ojos y mis
experiencias me tenían
acostumbrada.
Yo veía
jugar, y jugaba, a la comba,
al balón, a correr, a Tú
la llevas, a las
muñecas, al fútbol, a las
chapas, al plato, a los
bolos, al tranco, al
pimpón...
Pero ahora los niños ya no
juegan a eso. Ahora tocan
botones y maquinitas
variadas, manejan
ordenadores, ven vídeos,
escuchan MP3... Sus juguetes
son sofisticados,
transformables,
automatizados, ruidosos y
complicados.
Felizmente, aún saben
inventar un juego a partir
de una tela, de un palo o de
un sueño... Aún juegan a
mamás y a papás, a hacer
carreras, a la pelota, a
excavar hoyos en la arena, a
cocinar comidas con las
hojas y a ensayar la vida.
Los niños de Alicante
siempre han sido o morenos o
claros. Ahora son de todos
los colores.
Y ese arco iris de pieles
trae brillos de otros
lugares, trae ecos de otras
voces, trae músicas de otras
fiestas, y hasta trae
recuerdos de otras historias
con sabor a pasado y a
futuro caliente.
Los niños de Alicante tienen
bastante de lo que
necesitan. Aunque les faltan
unas cuantas cosas de las
que carecemos en este mundo
de hoy.
Les falta tiempo para jugar,
para relacionarse, para
aprehender la realidad a su
ritmo y manera.
Les falta calma para ir
creciendo sin apremios,
competiciones, ni
acaloramientos.
Les falta una suficiente
contención de los adultos
para vivir su infancia sin
tener que ir averiguando por
sí mismos hasta dónde pueden
llegar.
Les falta
el regalo de un no
claro y afectuoso cada vez
que lo necesiten.
Les falta
el privilegio de un sí
que les ayude estimarse
y a tener confianza en sí
mismos.
Les falta nuestra invitación
contundente y esperanzada a
vivir en un mundo que los
mayores no percibimos
suficientemente apacible…
aunque haga sol.
Los niños de Alicante van a
la escuela con los ojos
brillantes, con las ansias
abiertas, con las ganas en
ristre.
Y aprenden a soñar, a estar
con otros, a decirse.
Aprenden a construir
castillos, amistades, o
defensas.
Aprender a leer, a contar, a
mostrarse ante el mundo.
Aprender a bailar, a pintar,
a hacer teatrillos.
Aprender a discutir, a
querer y a empezar a vivir
poquito a poco.
Y qué cosas… a mí me gusta
verlos, escuchar lo que
dicen, y acompañarles a
ratos las crecidas.
¡Hagamos una ciudad y una
escuela a su medida, donde
se sientan a gusto, donde
tengan margen para disfrutar
y freno cuando sea
necesario, donde aprendan a
soñar de la mano de otros!
Criar es cosa de muchos.
Criar es cosa de todos.
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