Se celebra un cumpleaños, Noveduc está a punto de publicar el número 100 de sus tomos dedicados a la infancia temprana, afición que compartimos y que nos ha hecho buscarnos y encontrarnos hace años. Y se me ocurre que podría aportar a este brindis colectivo algo de mi recorrido como autora, y un poema.

A mi me gusta escribir. Cuando lo hago disfruto de las palabras, del ritmo, de la narración, de los sentimientos y reflexiones que convoca en mi la evocación de lo vivido. Me resulta apasionante ponerle nombre a los acontecimientos, afianzar los recuerdos, evitar los olvidos... Y en eso me ocupo cada vez que tengo un rato, y desde que me reconozco. Hago crónica de los acontecimientos de la escuela, escritos pedagógicos que me piden algunas revistas (como Noveduc), poesías para niños y mayores, cuentos, columnas pedagógicas...

Para mí, escribir es conectarme conmigo misma, escucharme por dentro, sacar a pasear los sentimientos, ordenar mis elucubraciones, en las que siempre se suelen mezclar recuerdos y fantasías. Es escarbaren lo que no entiendo para poder pensarlo, desplegar mis deseos, mis manías y mis emociones. Es hacer saltar mis chispas de imaginación para ver que qué fuego encienden, sí es que atinan a hacerlo. Para mí escribir es dar forma al pensamiento, y vestirlo, y peinarlo, y darlo a conocer. Es un hecho íntimo en el que estoy a solas, pero me siento rodeada de otros, a los que les relato mis cosas. Es buscar compañía, aprobación y aplauso, es regalar palabras a cambio de cariños.

Al principio escribía para tener a mi madre contenta, a ella le encantaban las redacciones y me las hacía hacer y corregir exhaustivamente. Después empecé a escribir para mí misma, sobre todo para quejarme y divertirme. Tiempo después queise escribir también para otros, por pasar el relevo. Ahora creo que escribo para mí con derecho a compartir con los demás.

Escribo por motivos del “piso de arriba”: para reflexionar en mi práctica en la escuela, porque hay quienes me dicen que mis escritos les son útiles, porque he comprobado de estar e la escuela tiene efectos de salud y placer, y porque tengo la esperanzas de que con mis propuestas puede generarse algún cambio. También hay motivos del “piso de abajo”, algunos de los cuales ya han sido dichos: escribo para disfrutar de las palabras, para recordar buenos momentos, para olvidar los problemas, para entender mis pensamientos y afectos, para ser valorada y para hacerme querer.


 EL OFICIO DE ESCRIBIR 

El oficio de escribir
es pensar en la vida
plasmar los sentimientos
atrapar la experiencia.

El oficio de escribir
es derretir angustias
explicar desencuentros
vestirse de esperanza.

El oficio de escribir
es crear permanencia
inventar otras vidas
retratar nuestros sueños.

El oficio de escribir
es salvar de lo oscuro
mirar desde el adentro
caminar sin zapatos.

El oficio de escribir
es lavar soledades
poner huella al recuerdo
desearse con otros.


                        M.C. Díez, 2015